jueves, 26 de marzo de 2009

PARANOID PARK


Este último domingo de marzo, el CINECLUB 9 REINAS presenta PARANOID PARK, un film de GUS VAN SANT realizado en el 2007. La historia gira en torno a un joven aficionado al skate que accidentalmente mata a un guardia de seguridad. Su vida da entonces un completo giro hacia una extraña nueva realidad de confusión, encubrimiento y culpabilidad. Se trata de un film impresionante que denota la madurez y la consolidación del genio que ya apuntaba en films como “Elephant” o “Psycho”. Además se podrá ver NOCTURNO un cortometraje de Lars Von Trier. Los esperamos.

LUZ SIN FRENO!

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MARZO / DOMINGO 29
TEATRO MUNICIPAL / 22:00 hs.
NOCTURNO
Lars Von Trier (1980 – 8 min.)
PARANOID PARK
GUS VAN SANT (2007 – 87 min.)
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viernes, 13 de marzo de 2009

LA MUJER SIN CABEZA


Este domingo 15 de marzo a las 22:00 hs. el Cineclub 9 Reinas presenta “LA MUJER SIN CABEZA”. El último trabajo de la directora argentina Lucrecia Martel se centra en una mujer que por una distracción atropella algo mientras conduce. Su fuga y la incertidumbre sobre si realmente pudo haber matado a alguien trastornan su existencia.
La proyección se realizara en el Teatro Municipal de La Carlota a las 22.00 hs., además se proyectara un cortometraje del director británico Chris Morris, “MIS AGRAVIOS 8245-8249”.
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MARZO / DOMINGO 15 / 22:00 hs.
MIS AGRAVIOS 8245-8249
Chris Morris (2003 / 12 min.)
LA MUJER SIN CABEZA
Lucrecia Martel (2007 / 87 min.)
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Agradecemos la colaboración de:
PATAGONIA TRANSLATIONS
MOLINOS MARIMBO
LA CUEVA REPUESTOS
SODA ELSA
FERNANDO GIMENEZ
PANADERIA LA VICTORIA
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LUZ SIN FRENO

lunes, 2 de marzo de 2009

Cineclubismo en Córdoba

El siguiente texto fue escrito por cineclubistas de Córdoba ante la convocatoria a una reunión de Cineclubes realizada por la Dirección de Cine, TV y Video de la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Provincia de Córdoba, bajo el nombre Programa “Siembra de Cineclubes”, llevada a cabo el sábado 11 de octubre de 2008, en la Ciudad de las Artes.

El cineclubismo es, en Argentina hoy y en las condiciones actuales que impone la legislación vigente, una actividad clandestina y alternativa a los cánones comerciales culturales habituales, ajena a los intereses económicos de la “industria cinematográfica”. No vamos a extendernos en este espacio, recitando su importancia pedagógica, cultural y social, tanto para profesionales del cine como para el público inquieto y despierto. Su condición de clandestinidad y su casi nula pretensión económica, la transforman en una actividad sumamente vulnerable que solo depende de la excepcionalidad (en los dos usos públicos de la palabra: de excepción y de excepcional) de las personas que cargan con la tarea al hombro y se hacen cargo de ella, sin ningún (o casi ningún) tipo de apoyo, sabiendo que su lucha es quijotesca.

El primer frente de batalla es legal. Insistimos en que si la clandestinidad es la regla, el peligro y vulnerabilidad frente a un aparato que se pretende industrial y que quiere regir todos los estamentos de la exhibición en salas oficiales (las comerciales, las “benditas” multisalas) y su posterior distribución en videoclubes, deja al margen a los cineclubes y a los espacios alternativos porque la industria jamás se hizo cargo de lo “alternativo” porque no le interesa y peor aún, porque lo desconoce: cuando lo conoce y no le interesa, la industria se vuelve coercitiva, censuradora y criminal. Frente a la censura, coerción, cercenamiento de las posibilidades de elegir (y por ende de la libertad de elección del espectador) y crimen cultural (que no se conozca la obra de Hou Hsiao Hsien, Agnes Varda, Jorge Sanjinés, o Mariano Llinás, para nombrar solo azarosamente algunos nombres entre miles), es un crimen cultural que comete ésa industria y el estado que la protege. El cineclub se plantea como espacio cultural esencial y vital de resistencia y, lo paradójico es que para la industria, quienes trabajan al margen (sabiendo que en la escasez de elección hay un mundo que se pierde de ser conocido y una posibilidad menos de enseñar y aprender a creer en el arte y en un mundo mejor, los cineclubistas somos románticos, sí, y es nuestra mejor arma) somos ilegales incorregibles!!! Si Córdoba quiere insistir con este foco de cineclubes y fomentarlo, debe revertir esta paradoja fundamental, dándole marco verosímil y protección legal a la actividad.

Ponemos un ejemplo concreto: en el blog del Cine Club La Quimera, con motivo de los pases de las películas BELLE TOUJOURS de Manoel de Oliveira y PARANOID PARK de Gus Van Sant, un posteo de un lector anónimo, hizo el siguiente y tendencioso (o probablemente bien intencionado para generar este debate) comentario: A las películas“¿Las bajan o las compran? ¿Saben que la de Oliveira y la de Van Sant se estrenan este año? ¿Está bien que un cineclub pase pelis que se van a dar en salas?” (http://laquimera.wordpress.com/2008/07/02/peliculas-cortas-para-un-invierno-largo/#comments). La respuesta es una sola y tajante: SÍ, ESTA BIEN QUE UN CINECLUB PASE ESTAS PELICULAS, SEAN BAJADAS DE INTERNET O DEL CIELO O COMPRADAS ORIGINALES EN ARGENTINA O EN POLONIA, POR MAS QUE ESAS PELICULAS SE ESTRENEN EN LOS CINES COMERCIALES POSTERIORMENTE, VAYA A SABER UNO, CUANDO Y DONDE. La falta de una regulación en la Ley de Cine sobre la actividad cineclubística, lo hace posible, legal, vaya la paradoja.

Es obvio que esas películas fueron conseguidas de forma “ilegal”, por más que hayan sido compradas originales en Europa o EE.UU., en DVDS zona 1 o zona 2. Las ridículas reglas del mercado de distribución y exhibición de nuestro país no las permiten, solo las limitadísimas en cuanto a variedad y la mayoría de las veces, pésimas copias DVD zona 4, pueden ser exhibidas y comercializadas en nuestro país, y esto es solo cuando estas películas tuvieron estreno comercial en multisalas, cumplieron su circuito de exhibición, fueron pasadas a DVD, y solo 2 AÑOS!!! después de su comercialización en videoclubes, pueden ser pasadas en un cineclub. Una ridiculez total y absoluta que fomenta una ley creada por ‘talentosos’ imbéciles, que aun entienden al cine según la premisa de ese lector anónimo que hizo el comentario. Las salas de cine y todos los videoclubes del país, no protegen ni les interesa en los mas mínimo películas de Oliveira y Van Sant y, cuando las distribuyen por casualidad sin saber porque lo están haciendo, lo efectúan en pésimas condiciones y sin ningún cuidado por el material artístico que poseen. Nuevamente, el Cineclub es quien debe proteger la obra de arte cinematográfica y darle el marco (crítico, teórico, espacial y conceptual) adecuado para que ellas puedan ser disfrutadas, comprendidas y aprehendidas por la mayor cantidad de personas posibles. Ni un Hoyts ni un Blockbuster lo harán. El cineclub, sí.

Entonces, no pueden regirse las mismas leyes ni formas. Los cineclubes que protegen el CINE, deben ser cuidados y esto tiene que ser una cuestión de estado, de ley. No marginales. Porque no solo son marginales legalmente sino, con el ejemplo de esa persona que escribió ese posteo, hasta se la margina socialmente, porque esa persona no entendió nada de CINE ni de lo nocivas que son las industrias que no tienen otro criterio que el ánimo de lucro.

Es necesaria una ley que entienda al CINE como medio de expresión humana y que comprenda en profundidad las prácticas del cineclubismo, además de una industria que eduque a una población para dejar de marginarla. Es francamente tonto y mezquino, mal intencionado, seguir pensando que si una película es pasada en un cineclub, le resta público a una sala comercial o a un video club: este pensamiento es limitadísimo, e insistimos, de una mezquindad total.

Como suele decir Juan José Gorasurreta, la generosidad y la humildad desinteresada debe ser la ley del cineclubista: no lo es en lo más mínimo el de la industria. Que La Quimera proyecte PARANOID PARK y BELLE TOUJOURS es un favor que se le hace al CINE, al mundo y a la sociedad. Así, se beneficia tanto directa como indirectamente las salas de cine comerciales y los videoclubes: las prácticas empresariales que rigen la mayoría de esta actividad, no lo ven así o, mejor dicho, no lo quieren entender de esa forma. El beneficio es total y mutuo para todos y no debe ser censurado. En nuestra ciudad de Córdoba (la docta?), todavía existen personas, cineartes y salas de reposición, que aun entienden que si LA QUIMERA o cualquier otro cineclub pasan estas películas, le saca gente (y plata, posibilidad de lucro personal y comercio) a otras salas. Esta situación debe ser revertida.

El segundo frente de batalla es económico. La práctica de cineclubismo es, en su mayoría sin fines de lucro, basado en baratísimas entradas de cine, en bonos contribución o cuotas mensuales abonadas por los socios espectadores interesados o a través de venta barata de catálogos con la programación. El interés primordial del cineclub es que sus salas se llenen y que la gente disfrute de las propuestas alternativas, que las discuta, que se vean confrontados/reflejados por esas propuestas, agraciados, molestados, sensibilizados, etc. Ningún cineclubista quiere ver sus salas vacías y todo cineclubista quiere compartir con otros, el objeto de su amor que es el CINE. Hacerlo una práctica porque todavía cree en él como práctica social, hoy más que nunca, por la realidad que amerita ese compromiso, es de una utilidad indispensable. Para esto es necesario captar públicos y llevar gente a las salas, educarlo en la mirada y aprendiendo sus límites perceptivos en el cine, que es lo mismo que ampliar los límites perceptivos de la realidad y el mundo que nos rodea para poder interactuar mejor con y en él. Para todo esto se necesita conocimiento, difusión y apoyo económico. Un proyector cuesta mucho dinero, una pantalla también, conseguir el material alternativo de exhibición es difícil y sumamente costoso, la difusión también es costosa desde el diseño de un folleto, dossier o afiche. El tiempo invertido en programar, escribir reseñas/criticas que puedan acompañar a las películas exhibidas en la programación y el tiempo utilizado en la difusión de la obra, sea una presentación previa o una charla/debate realizada después de forma seria y profesional, es trabajo no remunerado. Sabemos que en este país se desprecia el trabajo intelectual y considerarlo (in)digno de ser pagado. El del cineclubista es un trabajo manual e intelectual no remunerado.

Para esto se necesita proteger al cineclubista para que pueda ejercer su actividad apasionadamente, con tranquilidad, con coherencia, con un objetivo solidario socialmente, ya sea dándole marco legal y ayuda económica en lo que precise: equipamiento técnico, difusión, impresión de folletos, afiches, espacio en los medios de comunicación oficiales y no oficiales. Y que esto no dependa, como hasta ahora, solo de la excepcionalidad de las personas que lo hacen ni del aporte desinteresado de sectores privados, que es beneficioso que lo hagan, pero apoyo que tal vez no puedan sostener en el tiempo. Entonces, la existencia de un cineclub depende de la “generosidad” de una institución privada que desee hacerlo y, cuando esto no ocurre, pone en peligro su existencia. Ahí es necesaria la mano del estado para subsidiar y fomentar la práctica en forma sostenida y sustentable en el tiempo.

¿Qué sucede en este contexto hoy, en Córdoba, con los cineclubes?

En el mismo momento en que las salas comerciales ven disminuir su recaudación, mientras los espacios oficiales de difusión de un cine alternativo suspenden funciones por falta de espectadores, en Córdoba florecen las propuestas de cineclubes. Hay, como publicó en tapa de su suplemento de espectáculos el diario más importante de nuestra provincia, una ‘explosión de cineclubes’. Y en los cineclubes, que trabajan al margen de cualquier apoyo, florecen las funciones, las propuestas y los espectadores que se nutren de ese cine distinto que llega a la pantalla, esa ‘página en blanco’ de la que habla Jean-Luc Godard.

Paulatinamente, los cineclubes han ido conformando una red: a partir de la función nuclear que ha ejercido el Cine Club La Quimera, estos espacios han llevado adelante acciones en conjunto que han permitido la visita de importantes directores de cine a presentar sus películas, como el caso reciente de la gira estreno de CORAZÓN DE FÁBRICA, de Virna Molina y Ernesto Ardito, en la que el estado no realizó ningún aporte.

Los cineclubes estamos cambiando el panorama de lo que se exhibe en Córdoba, haciendo posible una realidad diferente para la difusión del cine. Y lo estamos haciendo con nuestras propias fuerzas, fuerzas que provienen de la realidad de espectadores que hemos conseguido movilizar con nuestro trabajo.

Lo verdaderamente novedoso de esta explosión de cineclubes es que ello significa en sí mismo, el síntoma de la existencia de vasos comunicantes entre distintos espacios cineclubísticos y personajes amantes del cine, que se facilitan e intercambian el material fílmico, comparten experiencias, nos ayudamos a crecer, y hasta nos animamos a producir, en conjunto, visitas de directores, cursos alternativos, ciclos de cine organizados por diferentes entidades del quehacer ciudadano. La potencialidad de la articulación que esos esfuerzos significan, recién comienza a verse.

No necesitamos que el estado nos baje línea respecto a cómo realizar la tarea y qué programar, porque la experiencia de formar un público y un proyecto coherente, se realiza en el ejercicio de poner el cuerpo ante las particulares realidades con las que a cada uno nos toca confrontar en la tarea de producir, distribuir y difundir cine. En cuanto al material fílmico necesario para realizar coherentemente nuestra actividad, afortunadamente, existen múltiples redes para llegar a él. Por ejemplo, pidiéndoselo a los mismos directores de cine, casi siempre dispuestos a colaborar con una red de difusión al margen de la miseria y de las trampas de la industria cinematográfica o una relación que ya existe entre cineclubes hermanos (Cine Club CON LOS OJOS ABIERTOS, LA LINTERNA MAGICA, LA QUIMERA, 9 REINAS, SANTA FE, ROSARIO, NUCLEO, CENTRO CULTURAL SABATO, etc.)

La mencionada explosión de cineclubes no hace más que potenciar la legitimidad de reclamar al Estado un apoyo legal y material, creíble, sustentable, concreto. Nuestra convicción es que ese apoyo sea viable y que debe ser brindado en los términos expuestos en este documento, sin que su materialización efectiva lo habilite a pretender apropiarse de la actividad cineclubística, ya que ésta, por encima de todo, es una expresión cultural esencialmente libertaria, es decir, hostil por naturaleza a condicionamientos y/o de control político.

Elevamos este planteamiento con la determinación de que la idea de ’siembra de cineclubes’ no se agote en una fórmula retórica, en un mero slogan para adornar folletos oficiales, sino que se haga realidad a partir de un compromiso verdadero, concreto, tangible, de sus mentores, a través de mecanismos y dispositivos en cuyo diseño y aplicación, los cineclubistas podamos tener una participación decisiva, sin condicionamientos.

Firman en orden alfabético:

María Victoria Alonso (ACIC, Asociación de Cultura Israelita de Córdoba)

Matías Aleu (Taller de Cine ARCOR, Córdoba, Capital)

Ana Apontes (Cine Club LA QUIMERA, Córdoba, Capital)

Elpidio Blas (Cineclub CINE EN EL TEATRINO TRAPALANDA, Río Cuarto)

Samanta Bellini (Cine Club QUE PRETENDE UD. DE MI…?, Canals)

Magdalena Bressler (Cineclubista, Cosquín)

María José Bressler (Cineclubista, Cosquín)

Pablo Joaquín Bonetto (Cineclub QUÉ PRETENDE USTED DE MI…?, Canals)

Jimena Bustos (Cine Club LA QUIMERA, Córdoba, Capital)

Rodrigo del Canto (Cine Club 9 REINAS, La Carlota)

Emiliano Cárdenas (Cine Club LA LINTERNA MÁGICA, Río Ceballos)

Alejandro Cozza (Cine Club LA PASIÓN DE LOS FUERTES, Córdoba, Capital)

Lotty Cuadrado (Cineclubista)

Luciano Giletta (Cine Club BELL VILLE)

Lucas Gómez (Cine Club LA LINTERNA MÁGICA, Río Ceballos)

Enrique González (docente y cineclubista, Córdoba, Capital)

Juan José Gorasurreta (Cine Club LA QUIMERA, Córdoba, Capital)

Lorena Hurtado (Cine Club PERFUME DE MUJER, Vicuña Makena)

Sofía Kenny (Proyecto BUSCANDO OTRO CINE, Córdoba, Capital)

Hugo Martínez (Cine Club Arte UN PERRO ANDALUZ, Embalse)

Robinson Mackinson (Cine Club CORAZON DE CINE, Huinca Renancó)

Guillermo Mondino (Cine Club 9 REINAS, La Carlota)

Sabrina Moreno (Cineclubista y docente)

Inés Moyano (Cine Club CINÉFILO BAR, Córdoba, Capital)

Lucas Olmos (IPEM Nº 208 MARINA WAISMAN, Córdoba, Capital)

Martín Olivero (Cine Club EL RESPLANDOR, Monte Buey)

Viviana Ollúa (Cine Club CON LOS OJOS ABIERTOS, La Cumbre)

Miguel Paris (Fundación POR UN MUNDO MEJOR)

Graciela Perícola (Docente y cineclubista)

Julia Pesce (Cine Club LA QUIMERA, Córdoba, Capital)

Cecilia Quevedo (Biblioteca Popular Ricardo Rojas, Villa Rumipal)

Jorge Rey (Cineclub del CENTRO CULTURAL SÁBATO, Mina Clavero y Cura Brochero)

Ilsa Rubio (Cineclub del CENTRO CULTURAL SABATO, Mina Clavero)

Rosendo Ruiz (Cineclub CINÉFILO, Córdoba, Capital)

Ezequiel Salinas (Cineclub LA QUIMERA, Córdoba, Capital)

Jorge Salvador (Centro de Filmación BABILONIA, Córdoba, Capital)

Claudio Sosa (Videoteca del Mirador)

Ester Sicotti (Docente y Cineclubista)

Adrián Tallapietra (Artesano Librero y Cineclubista)

Lucía Torres (Cine Club LA QUIMERA, Córdoba, Capital)

Martín Alvarez (Córdoba, Capital)

Ramiro Sonzini (Córdoba, Capital)